Unidas por Mérida (IU-Podemos) considera que la intervención en el descendedero del puente romano supone un incumplimiento del deber de conservación y mantenimiento del patrimonio histórico de la ciudad y la califica como una agresión.
La obra realizada en el descendedero del Puente Romano incumple elementos sustanciales que regulan las intervenciones de esta naturaleza, tanto en términos estéticos, como sobre el cuidado y conservación de los valores que se incorporan al monumento, entendido en su conjunto.
La obra realizada supone una falsificación de la realidad histórica del monumento, hasta el punto en el que esta actuación parece más propia de un aparcamiento, que de uno de monumentos romanos mejor conservados y más importantes del mundo.
El hecho de plantear una obra en un monumento del siglo I, con el propósito de mejorar su accesibilidad, sobre un elemento que -por su propia pendiente, características físicas y funcionales- resulta incompatible con la normativa de accesibilidad, es absurdo hasta el punto en el que el resultado no permite garantizar las condiciones legales de accesibilidad debido a la propia morfología del puente.
No podemos obviar que el proyecto inicial fue modificado en plena ejecución, lo que pone de relieve las dudas de los propios gestores del proyecto, para –finalmente- obtener un resultado que solo podemos calificar como lamentable, y que viene a reafirmar los recelos que tradicionalmente nos han suscitado las decisiones del Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida, así como el apoyo que han recibido por parte de los diferentes alcaldes que ha tenido esta ciudad.
Desde la confluencia local de Izquierda Unida y Podemos, entendemos que cualquier intervención en un monumento integrante de nuestro patrimonio histórico debe tener como propósito la conservación de los valores del monumento, y no la imposición de los criterios de comodidad o accesibilidad del siglo XXI, cuando estos criterios vienen falsear la realidad histórica de nuestro patrimonio.
La defensa por parte del gobierno municipal de esta intervención resulta aún más ridícula, si tenemos en consideración que en este momento el alcalde de Mérida ostenta la Presidencia del Grupo de ciudades Patrimonio de la Humanidad, lo que centrará aún más la atención que debe prestarse a las intervenciones que se realicen en nuestra ciudad, y pondrá en evidencia el papel desempeñado por las distintas administraciones a este respecto.
En definitiva, entendemos que el resultado de la actuación llevada a cabo tiene como consecuencia la imposibilidad de reconocer los descendederos como elementos originales del puente romano, debido la agresión realizada en los valores estéticos que dificulta la correcta comprensión y autenticidad del monumento, y conlleva un flaco favor sobre el legado que debemos respetar para las generaciones futuras.
Finalmente, no alcanzamos a entender la irresponsabilidad de un gobierno municipal que defiende la obra bajo criterios que no guardan ninguna relación con la conservación de un patrimonio que tiene la obligación de proteger, conservar y respetar.